DICTADURA DE LA LUZ

¿Es este un texto poético, político, filosófico o cultural? Es todo lo anterior, potenciado por la fuerza de la denuncia. Es una denuncia tanto contra “la luz” –disfrazada de entidad metafísica totalizante por los ideólogos de la filosofía occidental–, como contra los profetas, sacerdotes y feligreses que reproducen el brutal régimen.

Concretamente, el alegato recae contra los vectores culturales impuestos por Occidente, estos acabaron por configurar la heterogeneidad cultural en nuestra actual periferia: el petulante mundo académico y su residuo, aquel intelectual higiénico incapaz de resolver las contradicciones inmanentes al saber-poder que ostenta.

El colonialismo cultural europeizante que relegaba de continuo al tercer mundo como “eterno subalterno”, evidente en el idealismo alemán –desde la categoría hegeliana de los “pueblos sin historia” hasta el subjetivismo trascendental kantiano–, el cual oculta en sus categorías epistemológicas y morales, una pretensión de universalidad que justifica el dominio de un sujeto más bien concreto e históricamente situado; la burguesía industrial ascendente de finales del siglo XVIII.

Al reivindicar la palabra como denuncia, el texto nos recuerda la particularidad del lenguaje en el fenómeno político: al volver visible lo oculto, la palabra trae a primer plano las relaciones de poder, presentándola como uno de los elementos constitutivos en las relaciones humanas. Contrario a la ingenuidad aristotélica del lenguaje transparente, Hobbes concibe el lenguaje como medio de persuasión para dominar a los hombres; es el espacio interior de la subjetividad el que establece la división sujeto-objeto, la diferencia entre los intereses privados no guarda necesaria relación con lo enunciado públicamente, así la palabra puede decantar en herramienta útil para el sometimiento de otros sujetos, necesarios en una sociedad política fundada en la desconfianza plena hacia un hombre brutal, violento y apasionado.

Pero claro, tanto el lenguaje como los individuos son mucho más que eso… la espesura de la palabra también abre las puertas hacia lo indeterminado; entre lo nombrado y lo invisibilizado está aquello “a medio camino”, lo que el concepto barrió bajo la alfombra y que no logra operar bajo la dinámica teleológica de medios-fines, ni está claramente restringido a funciones lingüísticas determinadas.

La esfera del arte —en su cualidad de autolegislación— adquiere un código propio durante los procesos de diferenciación en las esferas del saber, característica que Weber atribuye como propia de la modernidad. Ahora bien, un rasgo elemental del arte en la modernidad es la “comunicación de lo negativo”, posibilitado por la dialéctica representación estética-realidad.

Para Marcuse, la poesía es la disciplina artística con el potencial de hacer estallar la estructura de significado preestablecida, convirtiéndose de esta manera en “objeto de sí mismo”. Y solo puede lograr esto mediante una alienación artística consciente; en las mismas representaciones del objeto artístico existen elementos que niegan la sociedad actual y su orden establecido, contienen la remembranza de valores pasados que pueden demoler falsas ideologías presentes y proyectarse hacia una sociedad futura.

Esta es la concepción de arte que se esfuma conforme avanzan los procesos de des-diferenciación, propios del posmodernismo descrito por Scott Lash; en estos parece haber una imbricación cada vez más estrecha entre institución comercial y bien artístico-cultural. La problematización misma de la realidad propuesta por el posmodernismo tiene su efecto en la esfera del arte, generando la disolución de la estética en la “representación pura”, desvaneciendo de paso la función social transformadora en el arte. El augurio de Danto sobre el fin del arte, por la realización de la autoconciencia en el objeto artístico resulta contradictoria con la evidencia actual de una estética autónoma que se niega a morir. La tendencia hacia lo fragmentario como rechazo a la totalización de la razón moderna promovida por el posmodernismo, acaba en recurso ideológico, paradójicamente útil como medio que ayuda a consagrar una de las más grandes totalizaciones de nuestra contemporaneidad: el modelo de acumulación capitalista de libre mercado.

Frente a estos tour de force  el texto parece emprender la resistencia, dejando el espacio necesario para el desarrollo de una identidad latinoamericana descolonizada respecto a los centros culturales hegemónicos, de una sociedad emancipada de designios economicistas promulgados como recetas de cocina por organismos internacionales, y de una producción artística que niegue –bajo cualquier pretexto– a ser instrumentalizada por la ideología del mercado.  

El segundo escrito nombrado bajo el mismo rótulo, fue preparado para su lectura en la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA) del año 2015, a propósito de la serie de irregularidades de la administración tecnocrática chilena en el campo cultural, las cuales son reflejo del modelo de acumulación extremo implantado durante el shock dictatorial. Solo el estertor moribundo de su ignominia constituyente ha sido suficiente para lograr socavar los cimientos de nuestras instituciones, sometiendo la sociedad a los dictados autocráticos del capitalismo depredador. Esta segunda Dictadura de la luz es una imprecación… no a Satanás, sino hacia lo divino, o mejor dicho, hacia las representaciones metafísicas del bien y del mal impresas en los bienes culturales, que resultan en la última manifestación totalizante del control del capital sobre nuestras vidas.

Fauerbach es el primer gran filósofo en desmitificar lo divino, invirtiendo la relación de dios y la especie; “la conciencia de Dios no es más que la conciencia de la especie”. Solo al trocar los términos puede describir correctamente la alienación de un ser humano que posa toda sus virtudes fuera de sí mismo para entregarlas a una representación divina, quedando él mismo vacío y mísero en su interior. Ejercicio similar es ejecutado por los apologetas del libre mercado; el capitalismo encarna todas las virtudes humanas, achacando todas las culpas y defectos a los hombres y mujeres que trabajan y producen los bienes mistificados.

El manto divino que los oprime es generado por la energía vital con la que son despojados. La versión de Marx sobre la alienación recoge la posta dejada por Feuerbach. Una de las consecuencias de la alienación marxiana es la subjetivación del capital. Entonces, si el capital se vuelve luminoso “espíritu santo”, los trabajadores son reducidos a la oscura instrumentalidad de mercancías, meros medios para la reproducción del evangelio represor.

En esto, el séquito de profetas tecnócratas y mercanchifles de la cultura se encargan de producir sin cesar los dogmas del libre mercado chilensis, reproduciendo la podredumbre humana a través de los dogmas liberales: “el mérito individual es lo más importante”, “el emprendimiento es la mejor forma de insertarse en el mercado laboral”, pero el más importante es quizás el siguiente: “todo lo bueno y valioso de la vida es susceptible de ser mercantilizado” “y si no lo ha sido aún, deberá serlo pronto”. Así reza el mantra –a veces sutil, otras veces grosero– detrás de libros, videos, música… la sociedad produce y reproduce su propia “jaula de hierro”.

El texto sube al cielo de las abstracciones y vuelve a bajar a la tierra para materializarse en una denuncia concreta: la mezcolanza mugrienta de lo público y lo privado es hecha carne en instituciones como la Corporación Cultural Estación Mapocho, la FILSA, la Furia del Libro, la Feria del Libro de Viña del Mar y el GAM, todo predispuesto por la desidia del Estado subsidiario chileno y su entreguismo enervante al nuevo dios: el mercado. De esta forma, la crítica se adelanta magistralmente a la crisis de la FILSA 2018, luego del entuerto entre la organización y las grandes editoriales, donde las últimas finalmente decidieron restarse del evento.

Eso sí; en su radicalidad, la denuncia va mucho más allá que los pequeños intereses y la posible ganancia de un grupo editorial, sus dardos apuntan al corazón sacro del conflicto: ¿puede el libro –en su calidad de bien cultural– ser considerado como un bien de consumo más, siendo lanzado al libre intercambio de bienes y servicios, al igual que la comida chatarra, las zapatillas de marca o las consolas de videojuegos?

Si nuestra respuesta es negativa, entonces una política efectiva podría pasar por la abolición definitiva del impuesto al libro, junto a otras políticas estatales que promuevan la lectura y resguarden al libro –en tanto bien simbólico y cultural– frente a la lógica mercantil. La decisión de definir el valor de libro significaría precisamente tomar el toro por las astas; su enunciación implica en sí una impugnación al modelo, porque implicaría reconocer la preponderancia de lo político por sobre lo económico. En la discusión sobre la política de abolir el IVA del libro, se equivocan quienes defienden el impuesto, argumentando que “los chilenos no leen”. Es imposible justificar este tipo de políticas con hipótesis ex-ante; primero se debe retirar el IVA al libro y ver luego –evidencia empírica mediante– cuál es la magnitud del impacto que repercute en los hábitos lectores de chilenos y chilenas. Porque justamente, el centro de la discordia en el Chile actual tiene relación con el secuestro de las decisiones políticas por una cúpula tecnocrática, lo que impacta negativamente en el rendimiento de nuestra democracia. Un claro ejemplo de esta pseudodemocracia se encuentra en las formas de cooptación disfrazadas de participación ciudadana, presentes en las políticas culturales del gobierno.

El Centro de Investigaciones Poéticas Grupo Casa Azul, organización artístico-cultural creada en Valparaíso el año 2007, definida como “interdisciplinaria” al agrupar el trabajo de filósofos, literatos, pintores y músicos, intentó impugnar la institucionalidad que promueve este modelo de reproducción cultural, bajo el enfoque operacional de las “Industrias Creativas”.

Luego de la convocatoria realizada por el organismo gubernamental para integrar las mesas, con la finalidad de constituir una política del Libro y la Lectura en Chile, Grupo Casa Azul decide enviar un informe sobre políticas del libro al Consejo Regional de la Cultura, luego de percatarse que las mesas conformadas solo tenían carácter de operativas, ya que en estas ninguno de los convocados tuvo las posibilidad real de deliberar ni decidir acerca de las políticas propuestas, todas ellas ya habían sido diseñadas y pactadas por los “técnicos de la cultura”: los Ottone, los Mellado, junto el resto de profetas al servicio del neoliberalismo.

Si bien Grupo Casa Azul se restó de ser cómplice en otro montaje más del gobierno, hubo muchos otros actores que gustosos otorgaron la legitimidad necesaria para concretar los proyectos espurios. En esto bien vale recordar la responsabilidad individual en la reproducción del modelo; el neoliberalismo no es un fantasma lejano fuera de nosotros, un slogan útil de combatir solo cuando se necesita de popularidad, apelando a “las grandes causas” de la izquierda, el modelo es además una introyección en la subjetividad que predispone a determinadas prácticas. Con nuestras acciones e intenciones reproducimos y damos sustento al modelo neoliberal. La crisis actual es –entre otras cosas– una gran crisis moral. Adjuntamos como anexo al final de ambos textos, la propuesta que Grupo Casa Azul delineó como política del libro y que fue presentada ante el Consejo de Cultura y las Artes durante el gobierno de Michelle Bachelet.

La crisis de representatividad ha generado una primera respuesta de las masas excluidas, las cuales han logrado acertar una estocada a la maquinaria neoliberal y su luz que pretende cubrirlo todo, al hacer aparecer en la escena de la movilización social, el sacrilegio de la disidencia con toda la complejidad de su espectro lumínico. Esperemos que sus instituciones opresoras caigan pronto en mil pedazos, reconociendo de esta forma su evangelio cultural como lo que siempre fue: el opio del pueblo.    

 

Dictadura de la luz

Karina García Albadiz

Inmortal y pobre en los jardines de la filosofía y de la historia. Era la Música: rumor y símbolo, aurora y Ocaso. ante una poesía con mensaje o del realismo socialista. Lo figurativo y reconocible para nuestra preciada seguridad. He estado tanto tiempo en este lugar, buscando algo supongo del ideal, como casa traída desde afuera para la pampa gringa o esa reproducción al estilo Versalles de nuestra Plaza Sotomayor. Idea cárcel impuesta a la huidiza realidad. Cada cierto tiempo me enfrento a esta desazón, ante egos que gritan por el campus académico, egos-eco de voces europeas: pensar el XIX aquí es pensar francés. La traición de Bolívar a Miranda y a su maestro Simón Rodríguez no es menor: la patria grande se constriñe como cruce que no existe porque ya no hay huella. Entre lo viejo y lo nuevo lo viejo desapareció. Y los poetas sumergidos en los bares o en la academia, represa que inunda, inundó a lo otro, a lo que dejamos de ser.

Cuando alguien denuncia, tiene que nombrar, dejar de ser prudente porque parte de la barbarie es nombrar, pero, sobre todo, silenciar, invisibilizar. Han podido observar nuestro querido campo cultural. Metafísica de las buenas costumbres, disponibilidad sin tiempo ni espacio. La famosa razón argumentativa se nos vuelve producto que deviene ajeno y hostil. Pensar que no hay una única forma de dominación, tampoco una única forma de transformación. ¿Dónde están las prácticas concretas del no lugar?, ¿dónde está el carácter irreductible del conflicto o el hábil reconocimiento de la destrucción? Ganar las calles para encontrar la huella del otro en lo bárbaro. Así como la canción ofusca la potencia de la palabra (aunque hay excepciones), los congresos nos detienen con su visibilización violenta del contrato social. República, liberalismo, contractualismo. Sentados sobre dicotomías idiotas. Todo para que la dialéctica de Hegel nos considerara inmaduros y Kant nos sepultara en su famoso a priori.

La primera de las sospechas es hacia la filosofía, tan ahistórica, siempre justificando al individuo y su contingente individualista. Por ella el arte y la política, artificialmente, se separan; por ella, lo colectivo pasa a ser el origen de todos los males. Nosotros somos lo viejo, lo lento, lo impuro, lo enfermo; el desarrollo siempre desde afuera para salvarnos como un héroe. Hombre-mujer que golpea la mesa, sacándonos del temible caos ¿nos salva? si oculta nuestra cabeza y deja solo la cerámica-cristo de Gauguin, ¿nos salva? ¿Dónde están los Cuevas, los Bruna, los Tamayo? estado parásito de la sociedad civil y no productivo de ella, parado en un genocidio de 80 millones, 6 millones o 30 mil personas.

No somos estúpidos: todo documento de cultura lo es a la vez de barbarie. Aquí se sacrificaron los impulsos de los pocos utopistas inviables para llegar a estupideces del mercado aplicadas a la educación: destreza/competencia/habilidad/ estrategia/ conocimiento/ contenido/ control de daños/ solucionario/ Dis cre-cio-na-li-da-des. Esta capa o cotona blanca… blanca para que no se note la pobreza del profesor.

Feria Internacional del Libro de Santiago

El Estado subsidiario es el fundamento de la política-económica neoliberal chilena y bajo la subsidiariedad, el Estado es mero espectador y un más que débil regulador del mercado. Debe ceder siempre, en nombre de la supuesta “eficiencia” tecnócrata, cualquier clase de iniciativa comercial, ya que se privilegia sobre todo el emprendimiento de la empresa privada. El Estado solo puede gestar una empresa cuando el privado no tenga interés en ello, es decir, cuando no signifique lucro o ganancia al capitalista. Otra característica común del Estado subsidiario es la transformación de los procesos de administración burocráticos a tecnocráticos de las pocas empresas estatales que mantiene la subsidiariedad. Es por eso que TVN, canal “estatal”, debe competir con otras estaciones privadas, de igual a igual, como otro privado más, aun a costa de degenerar y rebajar el contenido cultural, desechando su rol estatal educador. Es por eso que las carreteras chilenas están llenas de peajes, ya que siempre se privilegia la concesión a privados, aunque las licitaciones resulten finalmente más caras para el Estado que asumir la reparación de las carreteras.

La política del IVA diferenciado o de abolir el IVA, en el caso de los libros, según esta normativa, transgrede la “no discriminación” en el trato que deben dar el Estado y sus organismos a empresas privadas, aun a sabiendas que en la educación privada se puede acoger a la exención en el pago de IVA. Es un bonito modelo pseudocientífico, en el cual se le niegan derechos a una mayoría en pos de una supuesta libertad de una minoría acomodada, minoría que se salta olímpicamente su dignidad científica y va en contra de su propio discurso liberal, siempre que esto le genere un beneficio mayor. Esta conformación ideológica de alianza Estado-empresas constituye una nueva forma de “dictadura” en democracia, debido a que se ejerce un férreo control sobre la disidencia contra el sistema a través de la invisibilización, la alienación y la represión policial y sicológica. Esta situación ha prosperado por la abdicación de los intelectuales que han asumido y defienden el sistema neoliberal, que claramente ha perjudicado a la gran mayoría de la población como se ha visto en los casos de corrupción y colusión económica y política, lo que no puede dejar de reproducirse en el ámbito cultural a través de una dictadura de la luz.

 

Gestión privada en un espacio público

El Centro Cultural Estación Mapocho es un bien público administrado con fines culturales por una corporación de derecho privado sin fines de lucro: la Corporación Cultural de la Estación Mapocho. Esta institución de derecho privado se constituyó en febrero de 1991, instaurando una experiencia pionera de gestión privada de un espacio público. Si bien la ex estación Mapocho es un edificio que pertenece al Estado de Chile, su administración y financiamiento es completamente autogestionado por dicha Corporación. Ahora bien, por concepto de Ley de Donaciones culturales, la Corporación recibió para la Feria Internacional del Libro de Santiago el nada despreciable monto total, autorizado para estos tres años (2014, 2015 y 2016) de $ 1.238.268.000. Es decir, aproximadamente unos 400 millones anuales. Esta experiencia de gestión privada en un espacio público es algo que criticamos a propósito del Centro Cultural Gabriela Mistral donde se realiza La Furia del Libro, feria de editoriales independientes.

 

Cobros de stand y entradas

Tenemos dos ferias internacionales en Chile: la FILSA y la Feria del Libro de Viña del Mar, ambas organizadas por la Cámara chilena del Libro. En el verano del 2014 denunciamos que en la feria de Viña el costo por stand estaba en $1.300.000. Bueno, en la FILSA se cobra por el stand $3.000.000 a las editoriales más grandes y $1.560.000 a las independientes, además se cobra por la entrada general $3000 y $2000 estudiantes los fines de semana. Consideramos que a pesar de la rebaja de la entrada con la impresión de un volante o el no cobro de entrada en ciertos días a segmentos de la población como mujeres o profesores, se sigue recaudando mucho dinero por este concepto que incluso puede llegar a significar una entrada mucho mayor que lo que recibe la Cámara vía la Ley de Donaciones Culturales.

El IVA al libro

Recordemos que la FILSA se inaugura en 1981, en plena dictadura militar, en la época de consolidación del sistema económico neoliberal en Chile. Por otro lado, Chile era un país sin impuesto al libro hasta diciembre de 1976 y fue la dictadura de Pinochet la que instaló el gravamen en un momento en que miles de chilenos eran perseguidos, torturados o exiliados, las editoriales allanadas y la prensa disidente acallada. En ese contexto, ese simple mecanismo tributario, instalado por decreto, fue una herramienta más de control y censura. En contraste, observen esta pequeña maravilla de composición legal que había colocado —hasta el 76— la lectura al mismo nivel de elementos tan vitales como la leche y el agua. “Estarán exentos de impuesto: Pan, leche, sea en estado natural, desecada, condensada, evaporada o en polvo, alimentos de sustitución láctea; agua potable, frutas y verduras frescas, papas, cebollas, ajos, trigo, maíz, porotos, lentejas, garbanzos, arvejas, arroz, huevos, ganado, aves, sal, harinas de cereales o de legumbres; carne fresca, congelada o deshidratada; pescado, algas marinas, mariscos y crustáceos frescos y congelados destinado al consumo humano, (excepto ostras, langostas y centollas); textos y cuadernos escolares, libros, diarios y revistas destinados a la lectura”. Económicamente, el IVA es impuesto regresivo. Un impuesto regresivo es aquel en el que se capta un porcentaje menor en la medida en que el ingreso total aumenta. Un impuesto regresivo afecta más a los que menos tienen. Por lo tanto, se debería eliminar el IVA a todos los artículos de primera necesidad, incluyendo el libro como bien cultural simbólico.

 

Críticas a las ferias internacionales del libro

Desde que llegamos como Grupo Casa Azul editado por Ediciones Universitarias a la FILSA y a la Feria Internacional de Viña del Mar hemos sostenido una crítica a estas ferias. Sin ir más lejos, en el verano del 2014  protagonizamos una Funa a esta feria porque las convocatorias que realiza la Cámara del Libro no son abiertas. También denunciamos los altos precios de los stand ($1.300.000) y porque, de los tres stand que están exentos de este pago, el de la SECH está acaparado por un grupo editorial desde hace cinco años, además de compartir dicho stand con una editorial de Santiago que presta sus boletas para que este negocio funcione. Logramos, después de tres días de intensa intervención, no ser desalojados, además tuvieron que instalar un stand gratis cuya cenefa Microeditoriales Independientes se transformó en un espacio que acogió a todos los escritores por igual. Todas las ventas realizadas fueron publicadas en nuestros sitios. Pero lo más importante conseguimos lanzar nuestros plaquettes de poesía y gráfica del sur, rompiendo con ello el acaparamiento que hacen del programa tanto los organizadores como las sociedades y círculos de escritores de la región.

 

 

Dictadura de la luz es el nombre que la autora ha escogido como título para enmarcar una serie de escritos, cuyo elemento común parece radicar en su filo crítico, punta de lanza capaz de atinar al blanco de la intelectualidad occidental, develando así sus implicancias –tanto teóricas como prácticas– en “la periferia de la periferia” latinoamericana.   

 

La primera Dictadura de la luz forma parte del poemario Dónde está la nuez para la ardilla publicado el año 2013. A través del escrito, se intenta asumir la complejidad de lo real, sin sucumbir a la desintegración de la obra en el realismo de la enunciación desnuda y la subsecuente pérdida del sujeto.

 

Primer día
Segundo día
Tercer día
Tercer día

Actualmente siguiendo nuestra misma política fuimos a la FILSA a filmar qué pensaba el público y escritores sobre toda la problemática del IVA al libro, cobro de stand y entradas y, en definitiva, cuál es la opinión que le merece a la gente la gestión privada en espacios públicos llevada adelante durante los gobiernos postdictadura. Estas entrevistas fueron recogidas en el programa “Apuntes del Subterráneo” disponibles en el canal Youtube del Grupo Casa Azul.

En relación a la polémica suscitada durante el inicio de la feria, reconocemos como un aporte que los editores independientes hayan cerrado sus stand en protesta por no recibir todas las entradas gratuitas prometidas por la Cámara del Libro en los lanzamientos de sus libros, pero pensamos que no están solidarizando con el público lector, sino que están abogando por sus intereses particulares, dejando de lado la injusticia que implica el modelo de feria que tenemos. Como Centro de Investigaciones Poéticas no queremos ser cómplices de esta nueva versión de la dictadura de la luz, que utiliza a la cultura y sus escritores como anillos del poder que nos llaman a resignarnos y adaptarnos a este neoliberalismo. Nosotros creemos en un intelectual transformador de la realidad y que se mantenga disidente frente al modelo cultural economicista dominante. Queremos transformar las ferias del libro en espacios democráticos, al alcance de todos, donde primen el pensamiento crítico y los valores estéticos.

 

Propuesta de la política nacional del libro y la lectura

Nuestro centro, al no recibir la convocatoria para integrar el proceso de participación ciudadana, realizado el 27 de octubre 2014 en cuanto a la política tratada, discutió este documento entregado por Isabel Núñez, encargada del Fomento Lector del Consejo Regional de la Cultura, siendo la Seremi de Cultura Nélida Pozo. Este documento aborda las siguientes aristas sobre esta política nacional: Creación, Fomento de la lectura, Educación y Lectura, Patrimonio, Industria e Internacionalización, Edición Electrónica e Institucionalidad.

Partiendo de esta base nuestro centro discutió cada mesa y elaboró una propuesta en la que participaron: Patricio Bruna (Maestro en Pintura, restaurador y poeta), Rodrigo Suárez (Profesor de Castellano y de Inglés, Magister en Literatura Latinoamericana, poeta y editor), Rolando Jaime (Licenciado en Música), Diego Rojas (Profesor de Castellano, poeta y cuentista), Karina García (Profesora de Castellano, Magister Interdisciplinario en Estudios Humanísticos y poeta) y Silvana Chandía (Gestora cultural).

En este país es lamentable que los organismos estatales se asocien con empresas privadas y gremios que solo se benefician a sí mismos, dejando fuera a los que no somos socios y sus autores, que son la mayoría de los actores.

A nuestro centro lo que más le molesta es la prepotencia con que los comerciantes del libro se arrogan la representatividad de la cultura literaria de nuestro país, cuando en su mayoría son editores sin rol cultural, sino netamente comercial (1). La institucionalidad a cargo del libro son la Cámara Chilena del Libro, que agrupa a las grandes editoriales presentes en el país, la Asociación de Editores de Chile, principal referente de las independientes y que dirige Marisol Vera (Editorial Cuarto Propio) y la Furia del Libro, otra representante de editoriales autónomas, además del Consejo Nacional del Libro y el Consejo Regional de la Cultura. Claramente la institucionalidad del libro está cambiando y ya no responde solo a intereses de las trasnacionales sino que se abre a editoriales independientes que apuestan a un rol cultural. Sin embargo, nuestro centro percibe con decepción la connivencia entre estos dos tipos de organizaciones cuando apoyan a través de la internacionalización del libro (2) la política gubernamental de la industria creativa (3). El libro y la lectura son derechos humanos, sociales y culturales que aseguran la capacidad reflexiva y crítica de las personas, esto ya lo había señalado el mismo Consejo Nacional de las Artes y la Cultura en el 2005 (4). Son bienes simbólicos que no pueden ser transados en el mercado como mercancía ni integrados a las industrias creativas que fracasaron en Europa y terminaron absorbidas por las multinacionales.

Nuestro centro está conformado por hiperlectores, configurando un medio social de referencia donde la valoración de los libros es mayor y donde se considera la productividad de un artista como su creatividad, por lo tanto, la institucionalidad tiene que proteger esa creatividad para que el país no deje de tener escritores que sean capaces de criticar esa misma institucionalidad que los protege. Porque una verdadera democracia sabe que tiene que asegurar la disidencia que habita en el país y esa disidencia en muchos casos la protagoniza el escritor.

Por el documento que tenemos a nuestra disposición tenemos un problema: “Débil valoración social de la lectura, el libro y la creación como movilizadores de reflexión, crítica, creatividad, identidad y memoria” y después se hablan de los efectos de este problema, pero nosotros queremos hablar de las causas. Vemos que una de las principales causas que ocasionó este problema es el sistema económico al que fuimos sometidos en este país. El neoliberalismo tiene en su base la valoración de la tecnocracia y la destrucción de las habilidades humanistas que permiten reflexionar y criticar el proyecto país que estamos construyendo.

En Creación, Fomento de la lectura, Educación y Lectura, proponemos solo unas cuantas medidas que abran el camino a todo lo demás:

  1. Abolir el IVA al libro: Chile era un país sin impuesto al libro hasta diciembre de 1976 y fue la dictadura de Pinochet la que instaló el gravamen en un momento en que miles de chilenos eran perseguidos, torturados o exiliados, las editoriales allanadas y la prensa disidente acallada. Posteriormente, los gobiernos de la Concertación, la Derecha y la Nueva Mayoría no ha querido abolir este impuesto.
  1. Editorial estatal: no queremos que sea la promoción, la publicidad, el dinero y el mercado quien determine qué libros se publican y qué libros leen los chilenos, y no le tenemos miedo a que exista un órgano del Estado, compuesto por personas y profesionales de la literatura, que determine la existencia de un catálogo amplio y universal al alcance de los bolsillos de chilenos y chilenas, presente en todas las bibliotecas públicas de todas las ciudades, pueblos y colegios de este país.
  2. Stand y entrada gratuitos en ferias del libro internacionales (FILSA y Feria del Libro de Viña del Mar). No podemos promover que las ferias del libro sean un negocio por el cobro de entradas o de stand que va desde un millón y medio en la FILSA o un millón trecientos en la Feria del Libro de Viña del Mar. Pues beneficia a las editoriales grandes en detrimento de las pequeñas, fomentando el monopolio editorial.
  3. En cuanto al Fomento de la lectura proponemos el Proyecto Puertas Abiertas, una vez al mes las organizaciones literarias invitan a un productor cultural a sus reuniones para intercambiar sus lecturas y abordar sus proyectos escriturales.
  4. En Educación y lectura proponemos el Proyecto Puertas Afuera, una vez al mes cada organización literaria o escritor visite colegios, liceos, institutos, jardines infantiles o universidades para intercambiar sus lecturas y abordar sus proyectos escriturales.

En Patrimonio

Nuestro Centro considera que se debe realizar un debate sobre cómo influye esta línea de Patrimonio en los Fondos de la producción escritural de la región, ya que hemos observado como varios escritores han acomodado sus proyectos a esta línea, fomentando una visión de Valparaíso apegada a lo referencial, donde el objetivo es trabajar las historias de este puerto o contar las historias de las personas que trabajan en espacios emblemáticos, renunciando a una literatura más experimental e innovadora. Debemos preguntarnos qué clase de memoria patrimonial merece ser resguardada, si la imagen clásica del Valparaíso como puerto decadente, enalteciendo y glorificando la imagen de ciudad-burdel (Gonzalo Ilabaca), la imagen resultante de una mera exageración grotesca de elementos del lumpen porteño para generar un gancho fácil en el lector (Cristóbal Gaete), o una imagen simplona de acumulación de relatos, mitos y leyendas de Valparaíso, sobreexplotando las escasas posibilidades de estos recursos, hasta caer en el lugar común (Manuel Peña, Víctor Rojas).

El tema del patrimonio impuesto como un leit motiv en los proyectos culturales y pareciera no importar el asunto de su calidad al momento de su aprobación. Existe una falta de responsabilidad en los organismos encargados de velar por la cultura en Chile, debido a su débil juicio estético promocionan obras y autores de calidad cuestionable (5). Cuando nos entrevistamos con Nélida Pozo, ella misma reconoció que solo conocía dos productores culturales: Loro Coirón y Gonzalo Ilabaca, señalando que ella no tenía tiempo para hacer un catastro de los creadores culturales de la región y solo ocupaba los que tenía a mano.

Las personas encargadas de encausar y desarrollar las propuestas artísticas de este país deben ser personas preparadas, con un juicio estético y ojo crítico. O bien, se deben preparar personas para esta finalidad, o deben asesorarse por gente entendida en esta materia.

En institucionalidad proponemos que:

  1. No se considere a la Sociedad de Escritores de Chile (6) como la única organización representativa de los escritores en la región (7). Evitar el conflicto de intereses en la Sociedad y Círculos de Escritores al ser integradas sus directivas por funcionarios municipales o de fundaciones privadas.  
  2. Todos los funcionarios públicos relacionados con el libro y la lectura se capaciten o se asesoren idóneamente para tener un juicio estético. Hemos comprobado en nuestras múltiples reuniones con el sector que no logran dar un juicio estético fundamentado sobre un texto. Esto impide que funcionarios y escritores podamos conversar frente a la calidad de un texto literario.

Edición Electrónica

Nuestro Centro tiene como principal medio de difusión los medios electrónicos, ya desde el 2008 implementamos la revista digital Botella del Náufrago que va en su vigésima sexta edición, descargable en formato PDF cuyo principal objetivo es difundir la poesía, prosa, gráfica y crítica cultural de nuestro país y del mundo. Para nosotros la edición electrónica es el único medio que nos permite por asuntos de costos y de rapidez llegar a distintas partes de Chile y del mundo. Se pueden descargar todas las ediciones de esta revista en:

https://plexoamerica.cl/revista-botella-del-naufrago-2/


En Industria e Internacionalización

Creemos que existe una contradicción profunda en los objetivos propuestos por la mesa conformada del CNCA en este punto. La consecuencia directa de la implementación de una industria creativa no fortalece la producción creativa o intelectual ni promueve el pensamiento propio. El concepto de industria creativa, como bien fue descrito en los años 40 por teóricos como Adorno o Horkheimer, genera una creciente espiral totalizadora de manipulación sistemática con la “exigencia retroactiva” de adaptarse cada vez más a este sistema. La industria creativa termina homologando el producto cultural generado, sesgando la mirada sobre las visiones existentes del arte, y creando finalmente el perfil de un consumidor autómata, incapaz de reflexionar y generar espíritu crítico. Obviamente esta situación es nefasta para el arte, el cual siempre debe ser una mirada nueva, en constante movimiento y actualización.

Los gobiernos de turno, avalando a las industrias creativas, negligentemente están perjudicando su propio futuro al crear públicos sin apreciaciones críticas frente a los mismos.  En la página web de la Unesco, en el apartado “Políticas para la creatividad. Guía para el desarrollo de las industrias culturales y creativas”, define ambos conceptos y da cuenta de cómo estos se han ido desarrollando a escala industrial y comercial. Cuando se habla de sus principales características podemos encontrar: la intersección entre cultura, economía y derecho, incorporación de la creatividad como componente central de la producción, demanda y comportamiento de los públicos difícil de anticipar, etc.,  y así otros dirigidos a la mejora de estos en el campo económico, sin embargo, la Unesco no hace hincapié en que las industrias culturales y creativas no dan cuenta de pretensión alguna de mejorar el nivel intelectual y crítico de los ciudadanos. Esto nos parece gravísimo para el desarrollo de una sociedad igualitaria.

La forma unívoca de la industria cultural constituye la estructura institucional de formas de subjetivación que someten al individuo al poder y a la totalidad del capital. Los productos de la industria cultural impiden cualquier tipo de capacidad imaginativa y de pensar propio lo cual ya es una preocupante realidad en nuestro país. Quizás sea cuestionable la idea de un público pasivo, pero no por ello se puede negar que se le está determinando a ciertas actitudes o preferencias, conformando la precarización de sí mismos. Estamos al tanto de este “autoengaño de las masas”, aun así, se debe asumir que la entrada del neoliberalismo en Chile y las industrias de la entretención durante la dictadura forzaron y creó el paraguas para que el público descendiera su bagaje crítico.  Es innegable el hecho de que los actores y los productores de cultura son empleados cautivos de la(s) institución(es) de la industria cultural. Los creativos se encuentran encerrados dentro de una estructura institucional en la que su creatividad es oprimida bajo la forma del trabajo dependiente. Es de suma importancia comprender que la cultura artística es importante para la construcción de un proyecto nacional más integral de desarrollo, por ello se debe garantizar la autonomía cultural.

No nos parece que tengamos que hablar de industria e internacionalización si sabemos que la producción de libros en América Latina no llega al 10% de la producción mundial, somos en realidad los mayores importadores de libros o sea el negocio de los libros lo tienen los importadores, que luego distribuyen a la mayorías de las librerías y algunas  editoriales que solo poseen el sello y el nombre, pero que responden a multinacionales y grandes editoriales y que tienen ellos mismos la mercadotecnia  además son distribuidores exclusivos, esto último es un atentado a las expresiones culturales locales de América Latina.

NOTAS

(1) (…) La industria editorial chilena en la década de los noventa obtuvo ventas totales a precio público que oscilaron entre los 200 y los 120 millones de dólares, registrando alrededor de tres mil títulos cada año y publicando más de ocho millones y medio de ejemplares el año 2004. Se trata de una industria que, a pesar de encontrarse en desventaja con respecto a sus similares del ámbito iberoamericano -por el hecho que no se beneficia de ventajas fiscales comunes en casi todas las naciones-, es claramente competitiva. En efecto, el precio promedio de los libros al por mayor en Brasil y Colombia es de 5,14 dólares por ejemplar, en Chile 3,48 dólares y en Venezuela 2,15 dólares por ejemplar. El precio promedio por kilo es de 15.00 dólares lo que lo sitúa entre los productos manufacturados de mayor valor agregado del país. (Cfr. En Política Nacional del Libro y la Lectura, Propuesta del Consejo Nacional del Libro y la Lectura en el 2005, conocido como Chile Quiere Más Cultura durante la administración de José Weinstein, página 8).

 

(2) Revisar “Estrategia de Internacionalización del Sector Editorial Chile 2014-2024”, documento que publicó la Cámara del Libro el 16 de diciembre del 2014 y que implica un pacto entre la Cámara del Libro, Asociación de Editores y Furia del Libro.

(3) La Unesco define a las industrias creativas como “aquellos sectores de actividad organizada que tienen como objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial”.

(4) El libro no se agota en su dimensión económica, como producto generador de empleo y riqueza material, sino que es ante todo un bien cultural portador de valores, conocimientos, informaciones y expresiones artísticas. El libro es un producto que aporta efectos positivos decisivos en la formación de la humanidad  de una sociedad. Esta última cualidad es la que ha hecho que en todo el mundo se considere al libro como un bien público que es, además, lugar de la memoria colectiva y soporte principal de las ideas de una determinada comunidad lingüística. En Política Nacional del Libro y la Lectura, op.cit, página 7.

(5) Me remito a un texto del pintor porteño Patricio Bruna sobre la obra de este grabador: “Resulta impresentable que personas como Loro Coirón, con su obra que apela a la referencialidad inmediata, imagen chata y simple de un Valparaíso feliz, y carente de total realidad, termine exponiendo en el museo de Bellas Artes de Santiago, siendo imposible pensar que obras de esa calidad sean admitidas en en otros museos. La obra xilográfica, grabado en madera, de este autor, tiene como principal referente temático a la ciudad de Valparaíso y sus habitantes e impresiona a veces por el gran formato que pueden llegar a alcanzar sus impresos, bajo el expediente de la sumatoria de muchas partes, o planchas independientes, integrando un solo cuadro.  Luego, si miramos esta obra desde la mirada del lego en su apreciación estética, puede resultar hasta enternecedora en su intento ilustrativo-decorativo de reflejar lo mejor de nuestra realidad como ciudad y su habitar en su cotidiano existir… al no indagar en el lado oculto de esta, en su escatológica materialidad —resultante de otra realidad de intereses económicos y políticos tanto más oscura también, signada en sus siempre cuestionadas institucionalidades—, lo que persistentemente omite, como la más linda postal para vender oportunamente al turista de paso.

Pero vamos por parte, he dicho ilustrativo, y la ilustración corresponde al paradigma editorial de los libros, en donde esta casi siempre se supedita a representar literalmente al texto, verdadero protagonista del libro. Se entiende del libro en su más buena o alta consideración, es decir, como contenedor del saber humano y sus disquisiciones a través del lenguaje escrito, en un afán denotativo y no connotativo.  Pero es lo connotativo, aquello que con-nota,  lo por escarbar, lo que debiera interesarle a todo objeto o cuerpo que quiera ser verdaderamente arte y no otra cosa. Pues raramente, o casi nunca, lo ilustrativo en su afán solo de denotar alcanza el rango de arte,  definiendo arte, desde la estético y conceptual, como aquello que devela siempre una realidad otra, inusitada, nueva, de aquello ya conocido, porque lo escarba, lo indaga y lo expone, porque estas imágenes se quedan solo en la superficie del cuerpo citado, es decir en su referencialidad o literalidad.  Y precisamente esta falta por escarbar el cuerpo de lo citado es en lo que reincide la obra de este grabador francés, pues nunca pone en cuestión sus propios medios materiales e intelectuales de expresión, es decir, sus valores plásticos propiamente tales,  tributarios en este caso en particular del decorativismo neto, escuela deformación de este autor, como nos indica su biografía, elementos plásticos que siempre repite sin cuestionar lo que se está diciendo con ellos más adentro de lo citado, que es la razón del arte. Y lo de más adentro no nos lo proporciona, justamente por su doble fidelidad reiterativa: por la producción reiterada en el diseño de la misma matriz y con esta se puede repetir indefinidamente la imagen impresa, de supeditación solo ilustrativa-decorativa al conformarse como imagen plástica. El trabajo de este autor nos hace recordar a las imágenes de La Lira Popular, era la denominación que recibían los pliegos, al modo de los periódicos de la época, de poesía en décima que se repartían durante el siglo XIX y hasta principios del siglo XX en Chile. Los poetas populares publicaron sus poesías y grabados facilitados de este modo por las imprentas, cuando editar a través de libros para ellos era imposible”.

Al contrario de este contemporáneo,  Thierry Defert,  en beneficio del catálogo de imágenes de esta antigua publicación nacional, sus improntas si bien obedecen a esta supeditación de lo ilustrativo, en muchos casos dan cuenta de lo referido del texto con una simplificación más local o autóctona del dibujo, una cierta falta del conocer culto de la ilustración: en su doble acepción: lo ilustrativo propiamente tal, por un lado, y por el otro: el “iluminismo” europeo, lo que las potencia en una definición más expresiva del dibujo, menos académicas y más intuitivas del gesto personal, precisamente por ser carentes sus autores de mayores referencialidades academicistas y decorativistas. Mirar, como ejercicio análogo para esto, a las imágenes religiosas de las escuelas quiteñas o cusqueñas, su gran potencia expresiva radicada en el analfabetismo académico de sus realizadores, al lado de las del colonial español, totalmente académicas, figuras religiosas en su mayoría, las que los indígenas trataban de copiar, resultando sus obras desproporcionadas anatómicamente, pero —como ya he señalado—, por lo mismo de una potencia expresiva primigenia propia, de la que su bien proporcionado y académico modelo europeo carece.

(6) Esta Sociedad es un Corporación de derecho privado que recibe Fondos Públicos. Revisando la Ley de presupuesto sector público 2014 (www.dipres.gob.cl), a la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) se le asignan 13.241 (13 mil y tanto millones de pesos). Estas partidas presupuestarias están destinadas a fundaciones o asociaciones de diversos sectores de la cultura, son convenios o mejor dicho subvencionados vitalicios. Tienen asegurado su parte del dinero sí o sí, generalmente no van a concurso público porque se supone que son quienes representan a sus sectores. En el caso de la SECH el presupuesto es a nivel de territorio nacional del cual Sech Valparaíso se llevará su parte, parte de la cual debería destinar dinero para realizar ferias o para pagar a la persona que atiende el stand de Viña del Mar y no pasarle el stad a una sola editorial acaparadora.

(7) Nuestro Centro no pertenece ni se siente representado por dicha organización, sobre todo después de los problemas judiciales que tiene su directiva por falta a la probidad y alteración de firma en votaciones de dicha entidad.

 

Una primera versión de este artículo fue publicada en Revista Materia Oscura, el 13 de febrero, 2019.

 

Ir al contenido