La impugnación del nacionalismo dictatorial chileno en “El espacio y el tiempo”, sección cuarta de La Nueva Novela de J. L. Martínez
GA rc í A A LB A dI z
Cuando todo está dicho, lo que queda por decir es el desastre, ruina de habla, desfallecimiento por la escritura, rumor que murmura: lo que queda sin sobra
Blanchot
Juan Luis Martínez representa un antes y un después en la poesía chilena, ya que con solo dos textos autopublicados: La Nueva Novela (1977) y La poesía chilena (1978), asegura la continuidad de la vanguardia poética comenzada a principios del siglo XX y pretende transformarse en un referente de la poesía del 80 en adelante. Lo primero que hace Martínez es sustraerse a la tradición poética anterior a su producción, es decir, a los poetas del 60, grupo cohesionado que apostó por un fuerte yo lírico que integró un mundo intimista en relación fuerte con el paisaje. Además, la generación de Martínez hizo esfuerzos por salvar al lenguaje poético del lirismo retoricista, ya que se da cuenta que la poesía chilena discurre sobre serenas convicciones: una de ellas generada por la presencia abismante de la poesía nerudiana, pero además cuestiona la voz parriana cuyo “lenguaje condenaba a la poesía a ser la traducción de lo cotidiano a su expresión más inequívoca” (Espinoza 5).
Justamente estas formas canónicas de aproximación a la realidad, donde la poética es un acto de comunicación inequívoco, están puestas en jaque en La Nueva Novela donde Martínez genera su propio universo espacio-temporal. Claramente el mensaje del autor pasa a segundo plano y el cuestionamiento se centra en la presencia estructural de la obra poética que radicaliza el proceso de renovación que llevó adelante su generación.
En este trabajo de investigación analizamos la materialidad con la que este poeta construye “El Espacio y el tiempo”, sección cuarta de La Nueva Novela, generando una eficaz apertura del trabajo de Martínez, dando cuenta de algunos elementos que pueden ayudarnos a profundizar esta obra. En este contexto: las paradojas, la lógica, la física, la semiótica, la fotografía, entre muchas otras disciplinas, fueron utilizadas por Martínez para construir su poética que no se entrega fácilmente a una exterioridad de versificaciones que responde a certezasurante el siglo XX se dieron cita distintos procesos históricos y artísticos que alteraron la forma de conceptualizar lo real. Esto generó una crisis en los discursos tradicionales, poniendo en jaque el objeto de estudio de estas disciplinas y “dadas las relaciones existentes entre acción, pensamiento y lenguaje, todos estos problemas confluyen en el ámbito del discurso, de la textualidad, donde no solo se perciben con mayor nitidez, sino también se generan o repercuten” (Carrasco 201).
Martínez responde y contribuye a esta crisis de aproximación a la realidad construyendo un texto neovanguardista donde reitera el gesto experimental, polémico y antitradicional de las vanguardias, pero esta vez en un contexto histórico-político dictatorial que permite resignificar este gesto. Martínez utiliza los problemas y procedimientos del discurso científico para hacernos reflexionar como se han complejizado los conceptos de espacio y tiempo en este tipo de discurso y cómo el discurso literario se permea y responde a esta complejización. Justamente cuando Chile vivía un fuerte golpe a las coordenadas del mundo democrático, surge Martínez como un cazador de diferencias entre el discurso científico y el poético, haciendo hincapié en cómo esta diferencia empezará a acortarse con la crisis de los discursos tradicionales y la apertura de los discursos más vanguardistas en la ciencia y en la poesía.
Arquitectura circular
La página siguiente es la página anterior en la realidad del libro que es la irrealidad del mundo exterior. En la física clásica el tiempo es un flujo constante o ritmo permanente que fluía de pasado a futuro y que afectaba a todos por igual, pero en la física contemporánea el tiempo depende del estado cinético del observador, es decir, de la velocidad a la que el observador se está moviendo, “los tiempos de dos perso- nas coincidirían si ambas estuvieran en reposo la una respecto a la otra, pero no si estuvieran desplazándose la una en relación con la otra” (Hawking 9). Por lo tanto, el tiempo que creemos medir con nuestros relojes podría no pasar de una convención válida únicamente bajo ciertas circunstancias especiales. Esta páginas acogen simbólicamente representaciones de representaciones que “cohesionan la apariencia temporal de actos de vida y actos de arte, y, por lo mismo son presencias de gravitación ilusoria al mismo tiempo que dramática” (Espinoza 6). Veamos La Páguina siguiente:
Martínez decía que para leer La nueva novela hay que siempre relacionar cada página con la página anterior y posterior, así pasando de una página a la otra. En la página 58 La Página Siguiente está dedicada a Henry Arthur Case y en la Página Anterior se nos aclara que es “un joven estudiante de 12 años que murió al caer desde quince metros de altura de la torre inclinada de Pisa”; el fragmento noticioso interviene la imagen de la página 59. Bajo la fotografía de la página 58 y la 59 nos encontramos con las siguientes proposiciones:
a. Suponga que los ciclistas que usted observa en la fotografía viajan a una velocidad promedio de 40 Kms.,/Hr.
b. Suponga que la torre que usted observa en la fotografía se inclina 1 por año. Suponga también que Henry Case cayó desde ella en el preciso instante que usted tomaba este libro.
c. Cálcule cuántos Kms., más recorrerán hasta el instante que ustede olvide o deje de leer este libro.
Tenemos que suponer que se mueven los ciclistas y cae Case. La subjetividad del lector genera el texto (movimiento, caída) más que los afanes de su comprobación comparativa en el espacio de la objetividad. En este sentido, “la realidad es al mismo tiempo irrealidad, ya que las formas están en constante desplazamiento, el lenguaje es lenguaje del lenguaje, la objetividad es siempre una ilusión” (Espinoza 9).
La muerte de Case dialoga con el epígrafe de la fotografía de la Página 59, un fragmento del Diario de Ionesco, teatro del absurdo y absurda muerte que nos muestran la paródica autorreflexión del escritor frente al tiempo.
Tenemos el pasado detrás de nosotros, el porvenir delante. No se ve el provenir, se ve el pasado. Es curioso, porque no tenemos los ojos en la espalda. La Página Anterior nos presenta la fotografía de la Torre de Pisa en la que se inscribe la noticia donde se nos cuenta qué le pasó a Henry Arthur Case.
El fragmento noticioso es el siguiente:
Un joven estudiante de doce años murió a caer desde quince metros de altura de la torre inclinada de Pisa. El adolescente Henry Arthur Case había ido allí en su viaje escolar. Cuando estaba en uno de los balcones de la torre perdió el equilibrio, precipitándose al vacío (la tragedia abre un paréntesis en la historia de la construcción). Hasta ahora no se conocían víctimas fatales en la torre.
Entonces uno podría preguntarse por qué Martínez no le da autonomía a esta tragedia a través de una poesía objetualista y, por el contrario, decide poner la noticia solo para ilustrar el texto, dejando que esta tragedia abra solo un paréntesis en el texto porque le interesa la ilusoria unidad que arma la poética relacional de los diferentes discursos. Inútil obsesión borgeana de lograr un texto imperecedero y que este sea el espejo de todos los signos concretos del universo.
Después del suponga viene el calculemos. Unamos b con b y c con c:
Calcule cuántos Kms., han recorrido desde el instante que usted tomó este.
Calcule cuántos mm., se ha inclinado la torre y cuántos Kms., han recorrido los ciclistas de la página anterior, desde el instante que usted tomara este libro y Henry Arthur Case se precipitara desde la torre.
Calcule cuántos Kms., más recorrerán hasta el instante que usted deje u olvide este libro.
Calcule cuántos mm., más se habrá inclinado la torre y cuántos Kms., más recorrerán los ciclistas hasta el instante que usted haya dejado este libro y olvidado a Henry Arthur Case.
Los supuestos permiten que lo que observamos en la fotografía sean objetos capaces de desplazarse en el espacio-tiempo, medido por sujetos que se encuentran en estado de reposo respecto de los objetos que observan, por lo tanto si los ciclistas se desplazan en el libro y Henry Case se cae de una torre que se inclina al interior del libro; los kilómetros que los ciclistas recorren y los centímetros que la torre se inclina solo pueden ser medidos por el lector que tiene la posibilidad de abrir el libro y sostenerlo en sus manos.
La naturaleza del proceso sigue siendo una incógnita que ha dado lugar a distintas interpretaciones de carácter especulativo, ya que en el principio de incertidumbre podemos saber la velocidad, pero no la posición del objeto, y si sabemos su posición no podemos saber su velocidad.
Ambas páginas (58 y 59) están construidas bajo la paradoja de Zenón que intentan demostrar que el movimiento no existía, que todas las distancias son infinitas y que no existe el tiempo. La paradoja de Aquiles y la Tortuga consiste en una imaginaria carrera.
Uno de los contrincantes, Aquiles, era el más hábil de los guerreros aqueos, y vencedor de mil batallas. Era un superhombre casi invencible, y apodado “el de los pies ligeros”. El otro contrincante, la tortuga, es un ser por todos conocido por su lentitud. Dado que Aquiles es mucho más rápido que la tortuga antes de empezar decide darle un estadio de ventaja, y tras dárselo, empieza la competencia. Rápidamente Aquiles atraviesa ese estadio de ventaja hasta llegar al punto en el que estaba la tortuga. Esta, de un insospechado espíritu competitivo, se había desplazado unos cuantos pasos hacia adelante. Así que Aquiles, atónito, pero confiado en su enorme poderío físico, decide cruzar ese puñado de pasos, hasta llegar de nuevo a donde estaba la tortuga. De nuevo ella se ha vuelto a mover. Pensaba Zenón que así podíamos seguir hasta el infinito, y que Aquiles jamás alcanzará a la tortuga. Y por tanto cuando vemos a un Aquiles alcanzando a una tortuga es simplemente una ilusión.
En la teoría de la relatividad resulta de fundamental importancia en la relación entre distancia, proximidad y la identidad del objeto. A los pies de la imagen de la página 58, nos encontramos con lo siguiente:
La distancia | se aleja | de nosotros |
para | seguir siendo | ella misma |
Para la ciencia los objetos que observamos no viven solo dentro de nosotros sino que están distanciados del sujeto observador. Esta es la condición necesaria de la ciencia: que sujeto y objeto sean independientes. Para la teoría de la relatividad no existe una forma precisa de señalar las coordenadas espaciales y temporales de un objeto material porque la distancia de dos cuerpos resulta ambigua, ya que si tomo el tiempo de un cuerpo obtengo un resultado y si tomo el de otro obtendré un resultado distinto. Entonces la unidad de un objeto material solo podrá ser histórica.
La proximidad de un suceso estaría constituida por los sucesos más próximos a un suceso dado, por lo tanto, los objetos materiales no serían sino un conjunto de sucesos que se nos presentan con el grado máximo de proximidad. Entonces es acertado señalar que para que la distancia siga siendo ella misma, debe alejarse de nosotros o corre el riesgo de transformarse en nosotros y perder su mismidad.
Finalmente, a los pies de la página 59 nos encontramos con dos versos del poema El desdichado de Gérard de Nerval. Los versos traducidos señalan:
“Yo soy el tenebroso —el viudo— el Inconsolado,/ Príncipe de Aquitania de la torre hoy baldía”.
La historicidad nos señala que durante el invierno de 1842, en la primera crisis de locura de este poeta romántico, escribe Las Quimeras, en el cual uno de sus memorables sonetos, “El desdichado”, fue escrito poco después de la muerte de la actriz Jenny Colon de la que se había enamorado. Acá tenemos el texto poético:
Hay una imposibilidad de formular la muerte en los significados; solo podemos construir poéticamente una representación de una representación que solo tiene cabida en ese intraespacio en que se organiza la textualidad.
La dialéctica del adentro y del afuera. El teorema del jardín
En la página 64 de La dialéctica del adentro y del afuera se nos presenta la fotografía de la mansión de Saint Germain de Loux en la comuna de Ain, donde nace el poeta Jean Tardieu. Sobre la fotografía, nos encontramos el siguiente epígrafe:
“¿Cómo podríamos acceder a un paisaje que no es el que vemos, sino al contrario aquel en el que somos vistos?”.
Proust
Este epígrafe nos convoca a revisar el modo en que los físicos han concebido el tiempo y el espacio. La física clásica fue sistematizada por Newton y consiste básicamente en que el espacio y el tiempo es el fondo sobre los que se producían los hechos. El tiempo era concebido como una línea recta infinita en ambas direcciones, y eterna en el sentido que había existido siempre y no dejaría de existir jamás. Todos los fenómenos físicos estaban inmersos en cuatro dimensiones: un tiempo unidimensional y un espacio tridimensional.
La teoría de la relatividad de Einstein nos permite hablar de curvatura del espacio, ya que los objetos intentarían moverse por el espacio en línea recta, pero sus trayectorias serían curvadas porque el espacio-tiempo es curvo (Hawking 17-18). Sin embargo, por más curvo y circular que pudiese ser el espacio-tiempo, nunca podríamos llegar a vernos a nosotros mismos. Por lo tanto, no podemos acceder a un paisaje en el que somos vistos porque no es el que vemos.
En la página 65 está la fotografía del pintor Víctor Tardieu, padre del poeta cuya foto de niño aparece en la página 36. En la página 64, el espacio, escrito en francés, está consignado en forma invertida; y en la página 65, el nombre del pintor padre del poeta escrito en francés, epígrafe y pie de la fotografía, está consignado dos veces: una vez invertido y otra no. Como nota esclarecedora leemos:
(La fotografía del niño que aparece en la página 36 y la fotografía de su padre, que observamos aquí, logran solo revelar parte de esa extraña relación que pudiera existir a veces entre el espacio de la ficción y los personajes de la vida).
Después de este paréntesis, nos encontramos con un “supongamos” y un “imaginemos” donde, en el supuesto, el afuera del jardín de la primera fotografía (la de la página 36) se prolonga en el adentro de este libro y, en la imaginación, el óvalo perfecto de la segunda fotografía limita el afuera del jardín o lo hace visible entre los espacios que median entre una fotografía y otra, borrando las distancias entre el niño poeta y el padre pintor, dos personajes en “un jardín que no existe como no sea en las páginas del libro” (Martínez 65). Esta fotografía de tiempo muerto nos habla así de un tiempo vivo, en transcurso, a través de su metáfora: el texto invertido del espejo.
La imagen fotográfica es entonces nuestra conexión más directa a un pasado ya inexistente. Una fotografía de género es el retrato oval, “el predominio del objeto genera una fotografía de género de escaso valor creativo e intelectual porque no hace sino girar una y otra vez alrededor del mismo modelo estético” (Fontcuberta, El beso de Judás 22), pero acá Víctor Tardieu aparece de cotona blanca e iluminado a medias, recortado más de su taller que sacado de su álbum familiar, que es a lo que remite este género fotográfico.
La dedicatoria a M. Blanchot de “El Teorema del Jardín”, nos hace pensar en que la fugacidad incesante de la vida es retenida no de un modo secuencial, narrativo, sino a través de la desmembración del flujo temporal de esa secuencia donde el único jardín que borra la distancia entre su padre y su hijo es aquel imposible en la realidad, pero posible solo en las páginas de un libro.
La proximidad y la curvatura del tiempo
En la página 63, el texto La curvatura del tiempo nos remite a la página 19, titulada LaArqueología, donde se nos señala:
Regrese con el pensamiento a los tiempos antiguos. La Municipalidad de Atenas pone la piedra fundamental de las ruinas del Partenón. Describa la ceremonia.
Abajo se deja un espacio en blanco en que se nos propone reconstruir la ceremonia donde se pone la piedra fundamental no del Partenón sino de las ruinas del Partenón, representación sobre representación. El título de este texto tiene un asterisco donde se nos señala: “Algún día se comprobará que el Espacio también se deteriora con el curso del Tiempo”.
En la página 63 se presentan tres fotografías de las Ruinas del Partenón tomadas desde diversos ángulos; bajo ellas nos encontramos con la siguiente aclaración:
Existe un lugar (Ej. Las Ruinas del Partenón) cuyo interés no reside ya en la importancia arqueológica que alguna vez haya tenido, sino en la cre- ciente inquietud que provoca vislumbrar fugazmente en los alrededores del Templo, la coincidencia de un momento y un lugar privilegiados y desde cuyo ángulo es posible verificar que el espacio transparente y azul que rodea las columnas, exhibe ya también, visibles señales de deterioro.
Desde la concepción del espacio-tiempo que nos propone la teoría de la relatividad, es imposible concebir la modificación del espacio sin afectar al tiempo; por lo tanto, si los objetos materiales se deterioran nada nos impide suponer que el espacio que rodea las ruinas también pueda deteriorarse. De esta forma, entre la página 62 y 63 en relación con la página 19, se abre una paradoja donde en la página en blanco de la página 62 se señala una condición de posibilidad:
“Si La Proximidad se acercara un poquito más a las cosas, se convertiría en las cosas”.
Con lo cual los objetos materiales no son más que un conjunto de sucesos que se nos presentan con el grado máximo de proximidad. Este intercambio de planos entre la fotografía y los términos planteados en el lenguaje permite que un espacio en ruina pierda su importancia arqueológica y se centre en un ángulo del detalle donde “el espacio azul y transparente que rodea las columnas” es teñido también por “visibles señales de deterioro”. Deleuze señala que “las paradojas no son contradictorias, ya que el principio de contradicción se aplica a lo real y a lo posible, pero no a lo imposible de quien deriva” (59). Eso permite que en ese universo imposible de la poesía lo próximo se deteriore al igual que la ruina, el espacio manche el tiempo y viceversa.
La Astronomía
La página 56 repite la pregunta de la página 23 La Astronomía: “Una estrella fugaz cae en su mirada. ¿Qué hace usted?”, pero agrega la respuesta:
La longitud de la línea que describe la estrella en su ruta oscilante desde que se desprende de un fondo de astros lejanos hasta caer en la mirada, sólo podrá ser juzgada o medida por el ángulo de convergencia de los ojos sobre la fugacidad de la estrella, así como por el enfoque de los haces cónicos sobre el punto central de los 3 dibujos superpuestos.
Desde el discurso científico sabemos que la estrella no cae en nuestra mirada de manera literal sino que entra en nuestro campo visual, pero poéticamente no solo entra en nuestro campo visual sino también en un campo indefinido (la mirada) que incluye nuestro campo perceptual, porque una estrella fugaz no es cualquier estrella. Es un fenómeno fugaz y extraño al cual los seres humanos, desde la antigüedad, le han endosado la posibilidad de concedernos deseos, es decir, alterar el destino del hombre. La estrella fugaz es una representación de otra representación. Foucault ha señalado,
Entre el hombre y la estrella que regula su destino ya no existe la similitud esencial que aseguraba la colaboración entre macrocosmos y microcosmos (el modo en el que el uno reflejaba especularmente el otro) hasta el mismo concepto de similitud escapa del dominio del conocimiento (Blanchot, 81).
En términos científicos, la respuesta que se da en la página 56 es válida porque cada ojo posee un haz cónico cuyo diámetro es la base de la pupila, y la única forma de medir la distancia por medio de la visión es la convergencia de los dos haces, pero esto solo se cumple en distancias mucho más pequeñas. Si midiéramos la convergencia de los haces nos encontraríamos con que la estrella estaría muy cerca. La extrema profundidad del espacio nos hace percibirlo como un plano (un fondo de astros lejanos) donde percibimos la ruta oscilante de la línea que describe la estrella. No podemos medir la longitud que describe esta estrella, pero eso poco importa porque se nos pregunta, ¿qué hacemos si una estrella fugaz cae en nuestra mirada?, y esa respuesta solo puede ser elaborada desde el discurso poético.
Enrique Lihn y Pedro Lastra, en Señales de ruta de Juan Luis Martínez, afirman que el sistema creado por Martínez no era solo lingüístico sino también semiológico, que se extendía a campos donde “el lenguaje fragiliza los criterios de verdad y de realidad, por encima de la presunción de verosimilitud” (Lihn y Lastra 9).
A modo de conclusión
Este poeta nos recuerda a cada paso que si bien la literatura se abre a aceptar sus posibles interpretaciones, no puede sustraerse a la materialidad del texto, de la página y del libro; sin embargo, el texto no está limitado a su pura materialidad porque está entre dos sujetos (autor y lector) que estando en reposo no tienen otra validez que, desde sus correspondientes campos perceptuales, poner en movimiento ese conjunto de sucesos que es un libro. El autor y el lector se despersonalizan porque lo importante es señalar las deficiencias de los conceptos de espacio y tiempo del discurso, estableciendo en el lenguaje poético sus ineludibles relaciones de interdependencias.
El poeta establece el carácter ambiguo de términos como realidad y ficción al trasladar los avances de la ciencia (por ejemplo, la teoría de la relatividad) al espacio concreto de la obra literaria, para demostrarnos empíricamente la imposibilidad de demostrar dichas propiedades científicas. Al final, nos queda un nuevo método de producción textual que se relaciona con el mundo científico, supuestamente el mundo menos poético, pero que está cargado de conceptos imaginarios.
Claro que después de reconocer haber criticado y desestabilizado los conceptos de espacio y tiempo, no podemos sino seguir dialogando desde ellos. La ganancia de su desconstrucción es que desesencializa los conceptos y así se muestra su contingencia. Pienso que el gran proyecto poético de Martínez implicó menos cifrar el lenguaje para evadir la censura dictatorial, que impugnar la descapitalización cultural de los 80, que desplazó los intereses desde los aspectos formativos de la cultura (el libro) a aspectos relacionados con la cultura de la entretención o cultura de masas. En esto consiste la paradojal resistencia de Martínez, un juego doble: asumir en sus discursos una reflexión sobre la presencia y a la vez sobre la ausencia, contribuyendo a impugnar el discurso esencialista de la dictadura. Lo paradojal es que, pasado el tiempo, Martínez está presente y ausente, porque en la primera edición de este libro en el 77 tuvo unos 100 libros de una edición de lujo fuera del comercio en papel cuché, y otros 900 ejemplares que costaban $150.000. En la edición del 2017 sigue estando caro el libro.
RE F E RE N C I A S
Blanchot, Maurice. La escritura del desastre. Caracas: Monte Ávila, 1990.
Carrasco, Iván. “Interdisciplinariedad, interculturalidad y canon en la poesía chilena en hispanoamericana”. Revista Estudios Filológicos. N°37 (2002): 199-210.
Deleuze, Gilles. La Lógica del sentido. Miguel Morey, trad. http://www.uruguaypiensa. org.uy/imgnoticias/588.pdf, Escuela de Filosofía Universidad ARCIS, revisado 3 de diciembre, 2018.
Espinoza Orellana, Manuel. Aproximaciones a cuatro mundos en la poesía chilena actual, Viña del Mar: Ediciones Altazor, 1984.
Fontcuberta, Joan. “El beso de Judás. Fotografía y Verdad” https://projetoexperi- mental3.files.wordpress.com/2015/11/fontcuberta-joan-el-beso-de-judas.pdf, Re- visado el 2 de diciembre, 2018.
Hawking, Stephen. El universo en una cáscara de nuez. Barcelona: Planeta, 2001.
Hernández, Elvira y Soledad Fariña, eds. Merodeos en torno a la obra de Juan Luis Martínez, Santiago de Chile: Intemperie, 2001. Memoria chilena, http://www. memoriachilena.cl/602/w3-article-9418.html, revisado el 29 de noviembre, 2017. Lihn, Enrique y Pedro Lastra. Señales de ruta de Juan Luis Martínez. Santiago de Chile: Ediciones Archivo, 1987.
Martínez, Juan Luis. La Nueva Novela. Santiago de Chile: Ediciones Archivo, 1985.
Weintraub, Scott. Ricardo Cárcamo: “Las anotaciones manuscritas de La nueva novela del 2017 son mías”: Una conversación con Scott Weintraub, en Latin American Literature Today (LALT) http://www.latinamericanliteraturetoday.org/es/2018/ noviembre/ricardo-c%C3%A1rcamo-las-anotaciones-manuscritas-de-la-nue- va-novela-del-2017, 4 de noviembre, 2018.