No sé por qué este ritual conlleva cabezas de animales exhibidos
en la pared o el cuero de vaca puesto como alfombra
o adornando los respaldos de los sillones de la casa tipo A de
mis tíos en el campo. También se me aparece la piel de un
tigre sobre el cual a los 10 años Borges se ponía a leer: cabeza
de tigre donde un pequeño lector apoyaba su querido
libro. El oro del tigre: débiles líneas amarillas para no perder
el azul crepúsculo de la ceguera.

Agradecimientos a Juan Guerrero por las imágenes de la serie “Huellas de Fuego”, Monoestampa Mixta, papel japonés 56 X 45 Cm, 2010
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