La República ardiente es el primer libro de Suárez Pemjean y tienen un carácter premonitorio porque los textos de La república ardiente son escritos con anterioridad al estallido y la coyuntura hace que su título se nos vuelva familiar y los poemas parecen que se hubieran adelantado a todo lo que vendría. La poesía irá siempre adelante decía Rimbaud, uniendo la historia y la cultura. El exilio del poeta del 74 al 86 lo lleva a vivir en varios países de habla inglesa, adquiere otros códigos y se enfrenta a otros sistemas educacionales. A la vuelta a Chile se enfrenta a la separación de sus papás y la muerte de Rodrigo Rojas de Negri, entonces ahí se quema todo y vuelve a arder la república. Este exilio condena al autor a siempre ser un otro, a ese nunca pertenecer a ninguno de los mundos. Afuera es un sudaca, es decir, un no-gringo y, al volver, es un gringo en su propio país. Sin embargo, el autor nos señala: “Chile nunca dejó de existir, era lo que hablaban mis papás, la radio Moscú, los cassettes grabados por los primos, los mensajes de voz. No hubo un corte con mi país por todas esas cartas enviadas”. Este libro no solo sigue dialogando con Chile sin que extiende esa comunicación con la gráfica latinoamericana al incorporar en la portada y en los interiores los grabados de la artista peruana Carolina Salinas.
